martes, 8 de marzo de 2022

Reducir, Reusar, Reciclar

Mientras termino de armar la primera columna sobre series de televisión de este 2022 (dedicada a la divertidísima Peacemaker), estaba pensando en algún material sobrante para subir en el blog, porque la realidad es que si ustedes no lo leyeron, poco importa cuánto se haya escrito. Y prefería colgar alguna cosilla dizque original, que dejarlo morir otros diez años. Esta decisión puedo tomarla otro día. Así que encontré dos reseñas literarias que hasta el momento están inéditas. La primera es sobre la biografía True Believer: The Rise and Fall of Stan Lee, que no fue publicada porque el libro salió solo en inglés. Confiaba en una traducción rápida pero la sigo esperando. Después aprendí la lección y en el caso de Once Upon a Time in Hollywood, leí el libro en inglés pero me aguanté hasta que llegara en español para mandar reseña al diario, que por supuesto sí fue publicada. A ver si me anda esto de los links. Sigo esperando que llegue la autobiografía de Mel Brooks para escribir alguito, y la semana que viene debería arribar a Uruguay mi ejemplar de la autobiografía de Bob Odenkirk. En fin, tengo demasiados libros pero es casi el único gusto que me doy. El segundo texto es sobre la primera novela de Fletch, un personaje que los ochenteros conocemos por su película protagonizada por Chevy Chase (que tuvo secuela). Mandé un texto porque encontré el libro a 10 pesos y me resultó interesante, pero no se consigue en plaza así que pa qué. PERO (siempre hay un pero) como en este blog tenemos criterios muchísimo más bajos, se los dejó. Ya ni me acuerdo lo que escribí de ambos, solo espero que los disfruten.

1) True Believer: The Rise and Fall of Stan Lee, una biografía que busca al hombre detrás del personaje

Abraham Riesman hace un gran trabajo periodístico para mostrar luces y sombras de un creador imperfecto.

Salvo casos excepcionales, los autores de las biografías suelen ser menos conocidos que sus objetos de estudio. Está claro, aquellos que tienen un libro contando sus vidas han hecho cosas relevantes para tal merecimiento. Dicho esto, llegué a True Believer: The Rise and Fall of Stan Lee no por mi interés hacia uno de los pilares fundamentales del éxito de Marvel Comics en los años sesenta (solo uno de ellos), sino por una entrevista a quien escribió el libro.

El periodista Abraham Riesman asumió la tarea de contar "el ascenso y la caída", como dice el título del libro, de una de las figuras más fascinantes y polémicas del mundo de las historietas de superhéroes.

Desde la llegada de sus ascendientes a Estados Unidos hasta su fallecimiento a los 95 años, este volumen no solamente intenta responder la incógnita más grande relacionada con la vida de Lee (¿Cuánto crédito merece por la creación de los personajes más famosos de Marvel?). También repasa su rol en la industria de las historietas, sus aventuras en Hollywood y su triste final.

"Aquí está el problema al observar la carrera de Stan Lee", contaba Riesman a Newsarama. "Entre 1961 y 1971 está haciendo cómics que cambiaron el mundo, o al menos participando en cómics que cambiaron el mundo. Antes y después de eso... nada. No hay nada que haya movido la aguja cultural de ninguna forma apreciable".

El autor afirma que "nadie se fija en la producción de Stan Lee entre 1971 hasta su muerte en 2018. Y es un período de tiempo enorme. ¡Es un período de tiempo larguísimo en la vida de una persona!".

Origen secreto

Antes de llegar a esa etapa de Lee, Riesman nos cuenta una historia detallada y sumamente ordenada. El libro está ordenado cronológicamente en capítulos que cuentan las diferentes etapas en la vida de su objeto de estudio. Comienza cuando solamente era Stanley Lieber y ya mostraba algunas características que se repetirían hasta el último de sus días, como la tendencia a exagerar la verdad y una personalidad ambiciosa. No es el comienzo más entretenido, pero muestra cómo el autor hizo los deberes y provee documentos para todo lo relatado.

Por suerte la carrera de Stan en el mundo de los cómics arrancó a una edad temprana en la editorial Timely (luego Marvel), donde conoció a quien sería su mayor antagonista simbólico y por momentos público: Jack Kirby. Este dibujante rudo, criado en la calle y con un espíritu de trabajo intachable, no tenía ganas de ser el centro de atención. Con los años, Lee se aprovecharía de esto para ser el único gran relator de lo ocurrido entre ambos, convirtiéndose en creador (o cocreador) de lo que luego conoceríamos como posverdad.

El ascenso

La explosión de Marvel es uno de los momentos más interesantes del libro, aunque también es el que más atención ha recibido por parte de periodistas y biógrafos. Riesman realiza un trabajo exhaustivo de búsqueda de información, incluyendo archivos personales que la familia Lee donó a centros de estudio, y con ellos reconstruye una época en la que todo lo que tocaba se convertía en oro. O al menos daba esa impresión.

Fue allí cuando se convirtió en una caricatura de sí mismo, un vocero perfecto que era capaz de hacernos pasar por oro algún otro metal no tan precioso. Nadie puede quitarle el mérito en la creación del primer universo cohesivo de superhéroes, y por su rol activo en las historias en las que debutaron los 4 Fantásticos, Spider-Man, los X-Men, Thor, Iron Man, Hulk y muchos (¡muchísimos!) personajes más.

Sin embargo, por la propia forma de creación, el rol del artista gráfico era tanto o más importante. Este y otros hechos lo llevaron a chocar en varias oportunidades con Jack Kirby, el dibujante con el que más personajes cocreó. Kirby terminaría renunciando, aunque volvió unos años más tarde acuciado por la necesidad económica. De nuevo, de todo esto se han escrito decenas y decenas de notas.

La caída

Riesman dedica gran parte del libro al Stan Lee post Era de Oro, un simpático mercachifle que daba declaraciones rimbombantes a los medios de prensa, y que seguía siendo tan locuaz como cuando escribía las editoriales de Marvel. Pero la investigación confirma que su sueño constante era dejar atrás una industria que él consideraba menor, y triunfar en Hollywood.

Las últimas décadas de su vida son, valga la cacofonía, decadentes. "No es que no estuviera creando", nos recordaba el autor en la mencionada entrevista. "Todavía se le ocurrían muchas cosas".

"Si se me permite editorializar por un momento: no eran muy buenas", agregaba. Y desafiaba a cualquiera que las leyera, a decir: "Esta es una idea inspirada".

Dos elementos marcan la decadencia de Stan Lee. El primero es su familia, formada por Joan y la hija de ambos, J.C., a quien la mayoría de los entrevistados describen como una figura polémica que, junto a su madre, gastaban más dinero del que entraba al hogar. Mientras el símbolo se volvía (por fin) mundialmente famoso gracias a sus cameos, la realidad era más compleja.

Es que el otro elemento presente es el del socio pillo, que se aprovecha de la inocencia de Lee para crear compañías gigantescas, que no son más que fachadas para realizar movimientos de dinero. Esto le ocurrió a Stan Lee más de una vez, y una hipótesis del autor es que el simpático viejito no era tan ignorante de lo que estaba sucediendo, y que sus vagas declaraciones siguen una larga línea de declaraciones en las que se excusa en su mala memoria para no dar explicaciones.

Hay tiempo para la etapa menos agradable, la de la senilidad, las sospechas de haber estado secuestrado en su propio domicilio y algunas denuncias que opacaron sus últimos meses, luego de la muerte del amor de su vida. Todo está abordado con la misma profundidad, con el mismo rigor periodístico y presentando a un Stan imperfecto, con una gran capacidad pero también con debilidades, errores y fracasos. Igual que sus creaciones más conocidas.

True Believer: The Rise and Fall of Stan Lee, de Abraham Riesman. 2021, 416 páginas. Editorial Crown. En papel y formato digital.

2) Fletch, una novela sobre un periodista de investigación que realmente investiga

El personaje fue llevado al cine dos veces por Chevy Chase.

Da la impresión de que en la mayoría de las ramas del entretenimiento se produzca más material que nunca. Que conste que usé la palabra "material" y no "contenido", porque temo que Martin Scorsese se aparezca en casa con algunos matones de sus películas y me haga desaparecer.

Lo cierto es que si uno quiere sentirse "al día" dentro de ciertas burbujas (más o menos occidentales, más o menos mainstream) debe dedicarle tanto tiempo a lo actual, que sin querer se le va prestando menos atención a lo pasado.

Por eso me reconforta intercalar periódicamente alguna pieza pretérita dentro del consumo cultural. Espero que Martin me perdone la palabra "consumo". Y en este caso no estoy hablando de una obra clásica de William Shakespeare ni a Epopeya de Gilgamesh, sino una novela publicada en 1974. En los tres casos son textos anteriores a mi nacimiento, así que para mí representan lo mismo.

Se trata de la primera de una serie de historias protagonizadas por un periodista de investigación, de esos que al menos por estos lares parecen haber quedad confinados a películas o series de televisión. Esos que dedicaban meses a un exposé y en ocasiones ponían en riesgo su pellejo para obtener la información.

El periodista en cuestión se llama Irwin Maurice (I.M., un tonto juego de palabras) Fletcher, pero se lo conoce por el apodo que da nombre al libro: Fletch. Y si a alguno de ustedes le suena este nombre, es porque sus aventuras tuvieron no una sino dos adaptaciones cinematográficas, ambas protagonizadas por Chevy Chase. La más conocida de ellas llegó como Fletch, el extraordinario (Michael Ritchie, 1985).

Volvamos al texto que le dio vida al personaje, escrito por el novelista Gregory McDonald. Dividido en 32 capítulos bastante cortos, nos permite seguir los pasos de este sujeto arrogante, que anda por la vida rompiendo corazones y diciendo lo que piensa, y que tiene la suerte de siempre caer parado. Por algo Chase fue el actor perfecto para el papel.

La misión periodística de Fletch consiste en investigar el tráfico de drogas en una playa solo identificada como "la playa", disfrazado de consumidor. Sin embargo, el libro comienza con una misteriosa figura interrogando al misterioso protagonista (en las primeras páginas de un libro suele haber más preguntas que respuestas).

Un empresario llamado Alan Stanwyck, cabecilla de la enorme empresa de aviación de su familia política, contrata al supuesto drogadicto para que lo asesine. Afirma estar muriendo de un cáncer y quiere que su familia cobre el dinero del seguro, algo que no ocurriría si se quitara la vida voluntariamente. Le ofrece una importante suma de dinero y pasajes a Buenos Aires y le pide que regrese en una semana a concretar el mortal negocio.

A partir de ese momento comienza una muy entretenida crónica de la labor periodística de Irwin Fletcher, quien no solamente utiliza los recursos del diario para el que trabaja (el News-Tribune) para conseguir información acerca de Stanwyck, sino que se pone en contacto con varios miembros de su círculo personal con el objetivo de confirmar o desmentir lo que está ocurriendo.

Todo eso sin dejar de investigar la historia del narcotráfico, ya que sus editores le respiran en la nuca y nada desearían más que verlo fracasar. Para descubrir a la persona u organización detrás de eso deberá descubrir cómo hace el dealer de la playa para reabastecer su mercadería, ya que jamás se aleja lo suficiente de su sitio de trabajo. 

Por momentos parece que a Fletch todo le saliera mal: la policía lo golpea en medio de una redada a la fauna playera, sus exesposas (y los abogados de ellas) le exigen el dinero convenido por la justicia o la inmediata restitución de la relación, mientras que el jefe de policía lo identifica como un problema y amenaza con ejecutar una solución tan simple como ilegal.

En medio, la prosa de McDonald nos llevará a alta velocidad de una escena a la otra, con capítulos enteros que pueden leerse como un guion cinematográfico, ya que consisten en diálogos (telefónicos o en persona) con muy pocas aclaraciones del narrador.

Algunos misterios podrán ser resueltos de antemano por lectores atentos o amantes del género detectivesco, pero lo más interesante es acompañar al protagonista en su búsqueda de la verdad, o las verdades, de cada uno de sus interlocutores. Llegamos a creer en la mezcla de curiosidad y necesidad de Fletch por descubrir la verdad, sobre todo cuando se aproxima la fecha límite en la que debería disparar contra quien le pagó para que lo hiciera.

La sucesión de obstáculos hace que sea disfrutable la forma creativa en que los esquiva, aunque quede bastante claro que estamos ante un personaje misógino, carente de escrúpulos y despreciable, pero con una gran capacidad de observación y un talento para engatusar a la persona que desee. Acompañarlo en su odisea no significa que tenga que caernos bien, pero sí que nos resulte atractivo.

Sí hay un aspecto que no ha envejecido bien y es la relación de Irwin Fletcher con una prostituta menor de edad que recurre a las drogas que se venden en la playa. Hay que hacer un esfuerzo consciente para evitar que esa parte del libro contamine la lectura.

A esto hay que sumarle lo mencionado con anterioridad acerca de esa especie de infalibilidad del personaje, al menos en esta primera novela. Su popularidad llevó a que McDonald escribiera secuelas, precuelas (11 en total) e incluso una serie de historias protagonizadas por uno de los personajes secundarios (4 libros más).

La sencillez de escritura y la forma lógica y entretenida en que Fletch investiga los sucesos de los que forma parte, hacen que Fletch (la novela) sea disfrutable, siempre y cuando uno esté dispuesto a aceptar los detalles más oscuros de este periodista y continuar pasando las páginas hasta llegar al final, donde al maldito le terminará saliendo todo bien.

Fletch, de Gregory McDonald. 1974, 219 páginas. Blackstone Publishing en formato digital.

¡A seguir leyendo!



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