Ámenlo u ódienlo, pero Wes Anderson está de regreso. No, esperen. Basta de falsas dicotomías provocadas por los algoritmos que benefician a aquellos que manifiestan que algo es "lo mejor" o "lo peor" que le ha pasado a la humanidad. Wes Anderson está de regreso y ustedes pueden experimentar una enorme variedad de emociones con respecto a su obra. Ignórenlo, invítenlo a tomar un café, hagan lo que quieran. Vi Asteroid City y, lamentablemente para el posicionamiento de este blog, encontré con un Anderson de mitad de tabla. Ni lo mejor, ni lo peor que ha hecho.
Como de costumbre, el director de 54 años nos invita a una función de títeres. Durante poco más de hora y media nos presentará su escenario finamente decorado (que otra vez tiene más escenarios dentro), sus personajes vestidos con ropitas de hermosa manufactura, y sus escenas filmadas con una soltura de cámara cuidadosamente calculada. Y como ocurre en muchas de sus películas, los artificios están a la vista de todos, porque él lo ha determinado así.
La acción transcurre en 1955, porque sus historias están cargadas de nostalgia, ya sea de sitios reales y momentos experimentados, o de lugares fantásticos en años imposibles. Es la época de la amenaza nuclear y de los avistamientos extraterrestres; de ese otro que explotaba la ciencia ficción para no hablar directamente de las cosas. Y Anderson, que está más Anderson que nunca (cada uno de ustedes verá qué les representa esta frase) construye una escenografía completa, un pueblito perdido en el desierto, en el que desembarcan un puñado de personajes caprichosamente singulares.
Bueno, no tan rápido. Porque esta vez el autor no solamente nos muestra el teatrillo y los títeres, sino que antes y durante la obra nos mostrará su origen y desarrollo. Asteroid City es, en "realidad" (nótense las comillas) una obra de teatro escrita por Conrad Earp (Edward Norton) y dirigida por Schubert Green (Adrien Brody). Eso lo sabemos porque nos lo cuenta un anfitrión televisivo interpretado por Bryan Cranston.
Cuadritos dentro de cuadritos dentro de cuadritos. Con la sencillez suficiente como para que nadie se pierda (el uso del color es fundamental... como en toda su filmografía), pero con tantos idas y vueltas como para que el drama no tenga la profundidad de alguna de sus mejores obras, como Los excéntricos Tenenbaum o Viaje a Darjeeling. Esto no es tan importante ya que, al menos para quien escribe, estamos frente a una comedia. Sensible, con toques absurdos y una melancolía existencial, pero una comedia al fin.
A Asteroid City (la ciudad) llegan, cuenta Asteroid City (la obra de teatro), varios cerebritos que serán condecorados en una ceremonia que se llevará a cabo dentro del cráter de un meteorito. El guion dedicará un tiempo en que nos familiaricemos con varios de ellos, sus familias, y otros grupos de personas que coinciden en ese rincón perdido en el medio de la nada. La cámara, mientras tanto, ofrecerá bellísimas escenas, como una comida multitudinaria en la que el sol se cuela por entre las maderas de una glorieta.
En automóviles y buses llegarán un montón de personajes que se unirán a la fauna local, y muchos de ellos están interpretados por caras muy conocidas del cine y la televisión, que aceptan cobrar centavos por el placer de participar de una de estas filmaciones. El eterno Jason Schwartzman (que es menor que yo) interpreta a un fotógrafo de guerra viudo que viaja con el cerebrito de su hijo mayor y tres pequeñas revoltosas, Tom Hanks es su suegro, Scarlett Johansson una estrella del cine y madre de una ñoña, Liev Schreiber también tiene un hijo cerebrito, Maya Hawke es una maestra escolar, Steve Carell maneja el motel, Matt Dillon es mecánico, Tilda Swinton una científica que trabaja en el observatorio y Jeffrey Wright es el general encargado de condecorar a los jovencitos.
Por supuesto que hay muchos personajes más, unos cuantos con características que podemos encontrar en la filmografía de Anderson, como los recluidos, los neuróticos o los que bordean el espectro del autismo. Algunos párrafos atrás decía que estábamos ante una comedia, que quizás no provoque carcajadas pero sí risas generadas en especial desde la incomodidad de todas estas personas que están interactuando por primera vez.
Con las interrupciones del mundo-menos-irreal, que cuenta el desarrollo de la obra (incluyendo una charla entre balcones que está entre lo mejor de la película), la historia a colores se condimenta con un fenómeno de escala interplanetaria y una cuarentena que obligará a los visitantes a permanecer más tiempo del esperado. Salpicados entre la trama, habrá una rampa que no lleva a ninguna parte, conversaciones de una ventana a la otra, condecoraciones vistosas, discursos pomposos, máquinas expendedoras de títulos de propiedad y hasta un correcaminos que hace "Bip, bip".
No tengo grandes quejas acerca de Asteroid City, que como tantas de las creaciones de Anderson se presta para varios revisionados. El director parece ser alguien que planifica metódicamente cada paso a seguir, por lo que imagino que lo que llegó a la gran pantalla es lo que tenía en mente. Como seguidor de su obra (y lo notarán por los ejemplos citados arriba) me hubiera gustado que el chapuzón en el estanque de la melancolía fuera más profundo, y así haber llorado en alguna oportunidad. Pero una comedia con semejante personalidad es preferible a cualquier drama de manual.
Claro que hay tristeza. Hay un montón de personas heridas, que no manifiestan su dolor porque no quieren. Usar la pena es algo propio de los actores, pero a los habitantes del teatrillo llamado Asteroid City no les interesa ganar ningún premio. Y a Wes Anderson no le interesa ganar ningún espectador nuevo, así que están advertidos.
1 comentario:
De acuerdo contigo Nacho esto no es ni lo mejor ni lo peor de Anderson y eso creo que en sí es lo malo, regular no da ni para grandes elogios ni para matarlo.
Cuestión aparte te recomiendo un video https://youtu.be/5DNr7nVTpuQ star wars animé como todos quisiéramos que fuera
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