Periodismo de investigación (II)

Los popes de este país, los de apellido compuesto y una banca atornilladita, como la silla de Herrera, quieren que el uruguayo promedio como vos o como yo, ese que toma mate, camina por la rambla y va a la Criolla, siga en la caverna, mirando las sombras de unos animalitos recortados en cartón.

Varios culos se habrán fruncido cuando se enteraron que yo iba camino al gran balneario, a la península de las drogas y la vida fácil, a la ciudad en donde están todas las mismas FM pero con distinto número, porque coordinar no es tan fácil como parece.

Allá iba yo, dispuesto a contar lo más secreto del parador de Caras en la Isla Gorriti. Para eso estaba dispuesto a tomarme una lancha y recorrer el mar, el mayor de mis temores. Todo, por poder brindarles a ustedes la información que se merecen.

Pero Punta del Este me recibió así.

Con el dedo del medio extendido, como diciendo "minga nos vas a cortar la joda".

No sé cómo lo hicieron. El día estaba espectacular, hacía un calor del carajete, todo parecía perfecto para mi visita sorpresa a la isla de Lost. Pero estos tipos, los mismos que te suben en teléfono y la luz sin avisarte, se las arreglaron para que el clima actuara a su favor.

No sin antes hacerme viajar hasta ahí.

Porque si algo empieza a las 16:30 y lo suspenden a las 16:00, está claro que el laburante ya está en camino, cuando no en el lugar de los hechos.

No importa. Esto recién empieza. No voy a parar hasta derribar Punta del Este, como esas películas del policía honesto en la ciudad corrupta. Sólo que esta vez, el policía juega sucio.