Dice la tradición televisiva que en los penúltimos episodios de las temporadas de las series basadas en libros de George R.R. Martin la cosa se pica. Sea con la muerte más inesperada (por ser la primera), una batalla naval u otros acontecimientos funestos, acá no hay calma que preceda a la tormenta. Las tormentas de Westeros arrancan con uno de esos truenos impresionantes que mirás para arriba y todavía está el cielo despejado pero es hora de entrar la ropa y a la abuela, que tiene tanto metal en los dientes que corre el riesgo de actuar como pararrayos.
En este caso no fue la excepción, aunque tampoco es que veníamos de una calma. La primera temporada de La Casa del Dragón se venía picando episodio a episodio, cuando el director de casting finalmente se decidía por actores "definitivos" para algunos roles, y el guion dejaba de preocuparse por la triarquía, Don Cangrejo y la mar en coche. Acá lo que importa es la disputa por el sillón más incómodo del reino, el mismo que de un rasguño te puede condenar a muerte, aunque sea como esos condenados yanquis que están veinte años esperando la silla eléctrica y aprovechan para leer y al final terminan electrocutando a un filósofo. Que, no olvidemos, asesinó y se comió a una treintena de personas. Pero peor aun, se volvió filósofo.
Hablando un poco menos en serio, el episodio arrancó con el castillo vacío, el trono vacío, la mesa chica vacía, y un niño corriendo por los pasillos. Venía malacostumbrado, así que empecé a pensar si ese niño no sería el tataranieto de alguno de los jovencitos, setenta años después del episodio anterior, pero no. Simplemente era de noche. Y el bepi fue el primero en pasar el chisme de que el rey se había muerto. Siempre chusmas, los niños. Espero que como castigo lo hayan mandado a las peleítas (ya llegaremos a eso).
La reina Aliciente (que sirve de estímulo y mueve a una persona a realizar una acción) se entera de lo ocurrido y en lo único que piensa es en las últimas palabras de su esposo, cuando absolutamente borracho por la leche de Popy (ver reseña anterior), debilitado por una enfermedad terminal y después de dejarlo todo en la sala del trono, mágicamente y sin advertencia alguna le dijo a su esposa que cambiaba de opinión después de veinte años y quería que el hijo a quien ignora sea rey. Tiene todo el sentido. Perdón, acaba de explotar el sarcasmómetro que tenía al lado mío en el escritorio.
De todos modos, una madre es una madre, en especial cuando sabe que en caso de tronos disputados el que resulta elegido busca aplastar a la competencia a como dé lugar. Así que decide adelantarse y poner en marcha su plan. Y acá llega el momento más gracioso de la noche: en plena Mesa Chica, por la noche y convocados de urgencia, los integrantes se enteran de que el rey murió y SE SORPRENDEN. Ni que hubiera muerto un atleta de élite en la flor de su vida; Viseris era un castillito de arena y cada nuevo día era el tsunami de Indonesia.
Lo segundo más gracioso fue que la reina tiró un "bueno, no sé cómo decirles, pero me gustaría que en realidad Cuscarien sea el rey" y casi todos en la mesa se abrieron los sacos y abajo tenían remeras de "Cuscarien líder indiscutido, te sigo desde Cemento". Todos (bueno, casi) estaban esperando ese momento para complotar de lo lindo y cagarse en Heredarien, a quien todos en el reino habían apoyado como futura reina. El único que se reveló en esa mesa fue el Papá de Fleabag, que dijo tener 76 años, o sea que cuando tenía 56 estaba hecho mierda. Se paró y empezó a acusarlos de traidores, complotadores (¿complotistas?) y todas esas cosas, y Ser Tristón lo quiso sentar de un manotazo y le reventó la cabeza contra las pelotitas que sirven para decir "presente".
En serio, no hay personaje más inmundo, arrastrado y odiado que Ser Tristón. Le deseamos lo peor y esperamos que lo inviten pronto a algún casamiento, que en las bodas George se pone creativo y te liquida con fuerza. Adiós Papá de Fleabag, apenas te conocimos. En aquella serie no tenías nombre y en esta no nos importó aprenderlo.
Fuera de control, Ser Tristón estuvo a punto de batirse a duelo con el capo de la guardia, el pelado a quien irónicamente llamaremos Ser Quillo.
Mientras tanto, en la Mesa Chica se discutía qué hacer con Heredarien y también con Diabólicon. La idea mejor recibida era la de matarlos, porque como veíamos antes, si dejás vivo a otro aspirante al trono, estás dándole poder a tu potencial enemigo. La reina fue la única que dudó, porque al fin y al cabo se trata de su amiga de toda la vida, pero el resto no se anduvo con chiquitas (a las chiquitas las mandan a pelear a la ciudad) y ordenaron a Ser Quillo que fuera ya mismo y los liquidara. Él renunció, y el cargo fue para Ser Tristón, que no hace otra cosa que caer para arriba. Parece el primo Greg de Succession.
Al mismo tiempo, quedaba un asuntillo que también era importante a la hora de coronar a Cuscarien: encontrarlo. Primero le preguntaron a Martita, la de la arañita, su hermana y esposa. Ya tienen dos pibes, divinos ellos, seguro ese ADN es un ensopado de maldad. Después buscaron en todas las ventanas que daban a la calle, ya que él era un apasionado de renacuejear al pueblo. Y Ser Mano, que teme que se le complique el plan, manda a dos caballeros mellizos a buscarlo a al ciudá. A ellos los llamaremos caballerizos.
Fah, me di cuenta de que si me olvido por un rato de los Photoshops, esto va mucho más rápido. También me di cuenta de que si me olvido de párrafos que se van por la tangente COMO ÉSTE, también voy rápido y puedo asegurarme hasta... no sé, como seis horas de sueño. Pero para eso tengo que volver a la trama. A propósito, creo que antes Blogger me subrayaba los errores de tipeo y ahora no, así que es probable que tenga más errores de tipeo que toscumbre. Guiño.
Ser Mano mandó a sus hombrecitos igualitos a encontrar al nuevo rey. Pero la reina, que se dio cuenta de que su padre tiene menos escrúpulos que una escrupulería en plena crisis, también preparó su search party: no son otros que Tristón (bassssta) y Secundarien, el hermanito salido de un animé de muerte y destrucción. Estos dos van derechito a preguntar en un cachondero, pero les dicen que no, que hace años que Cuscarien no anda por ahí. Y Secundarien, que también conoció ese local, piensa que están gastando energías en buscar a un pibe que no quiere el cargo, cuando él está dispuesto a asumirlo.
Los caballerizos, mientras tanto, llegaron hasta la sede de las peleítas, unas batallas encarnizadas hasta la muerte entre niños de diez años a quienes les dejaban las uñas largas (como al profesor Pirulo) y los dientes afilados para que las batallitas fueran más sangrientitas. Divino todo. Parece que Cuscarien no solamente era fanático de las peleítas, sino que dejó algunos bastardillos en el banco de suplentes, prontos para sacarse los ojitos entre ellos. Ellitos.
En el castillo, para controlar el flujo de información, encerraron a todo el personal doméstico y obligaron a los representantes de las casas (que el día anterior... EL DÍA ANTERIOR... escuchaban cómo el rey le daba para adelante a su hija) se arrodillaran en favor de Cuscarien. Un Ser quiso irse rapidito del castillo, posiblemente para llevar el chisme, y terminó perdiendo al ahorcado. Él hacía de dibujo. Todo esto mientras el cuerpo de Viseris se pudría a un ritmo más lento que el que se pudrió las últimas dos décadas.
Ya sé que está quedando demasiado seria la reseña, pero es que no quiero que me pase eso de empezar a irme por las ramas con cualquier cosa. De hecho estaba escribiendo con lujo de detalles lo último que soñé (que involucraba apariciones estelares de Jennifer Lawrence y el Piñe, y terminaba conmigo matando a uno de los villanos) porque acá lo que importa es la serie.
En otra interesante escena, la reina llegó a la habitación de Carocossis, la presidenta que no fue, que también estaba encerrada hasta que se manifestara a favor del heredero pajillero. La verdad es que Aliciente jugó mal sus cartas, porque quiso apelar a la injusticia sufrida cuando Carocossis no fue tenida en cuenta para el trono y en su lugar pusieron a un hombre, y ahora quiere que la ayuda a hacer EXACTAMENTE LO MISMO. Perdón por las mayúsculas, yo sé que es obvio, pero hay que hacerlo todavía más obvio. Quedan en que cuando la veterana tenga su opinión formada (la única que importa) tocará timbre. Pero no llegaremos a eso.
Volviendo a la búsqueda de Cuscarien, el equipo que corre con ventaja en esa Amazing Race es el de Ser Mano. Los caballerizos dan con una misteriosa mujer con información sobre el paradero del futuro rey. Ella no es otra que la novieta de Diabólicon (¿se acuerdan que al principio de la serie era un sorete?), que además controla a los espías del castillo. A cambio de decirles dónde está Cuscarien, quiere que detengan las peleítas. Y también quiere un montón de guita, que no es ninguna boluda.
El joven de edad indefinida, pero posiblemente mayor que su propia madre, es hallado bajo el altar del templo. Recuerden que Juego de Tronos tuvo una trama importante basada en la religión, con la llegada de Juan Domingo Gorrión y con todo el quilombo que se armó en el templo cuando lo pintaron de verde radioactivo. Y si no lo recuerdan, pueden leer la Guía Inútil de Juego de Tronos, de descarga gratuita.
A la salida del templo, los igualitos se encuentran con el Team Reina, y Tristón se bate a duelo con uno de ellos. El otro se caga como pollo mojado. Y Secundarien se lleva a su hermano, que no para de gritar que no quiere ser rey. Dicen que un buen requisito para ser rey, es no querer serlo. Posiblemente lo hayan dicho en la otra serie, pero no me voy a poner a repasar las reseñas, porque si es un dato útil seguramente no esté ahí.
Todavía no se me ocurre qué Photoshop hacer. Porque al menos uno tiene que haber. Pero ya se me va a ocurrir.
Otra gran charla de la noche fue la de Ser Mano Altorre y Aliciente Altorre, padre e hija. Parece que veinte años después, ella finalmente se dio cuenta de que era un peón en el juego del viejo. Que, hay que reconocerlo, fue paciente y se bancó esos episodios en donde lo rajaron del cargo y contrataron a otra Mano, que después se fue a vivir a aquel castillo que no tenía habilitación de Bomberos. Por supuesto, el gran punto de discusión entre ellos es el de qué hacer con Heredarien (y por consiguiente con Diabólicon, y todo el botijerío). Ella sigue siendo partidaria de dejarlos vivos, y es la reina. Y además su equipo tiene a Cuscarien, así que a tomar por culo.
Eso sí, quiso averiguar por qué fue el Team Mano el que dio con el rey antes que ella, y para eso fue a hablar con Ser Tullydo, a quien tendremos que rebautizar Ser Tarantinys, por todo ese fetiche de los piecitos. A cambio de mostrarle los diez deditos que se fueron al mercado (y bancarse el tener que escuchar la fricción de piel con piel) Ser Tarantinys le reveló lo de la red de espionaje en el castillo.
Vamos Ignacio que te estás empezando a distraer un poco más. Mejor poné un poco de música fuerte y seguí escribiendo. Bueno, ya vengo. Play a Uproar de Lil Wayne. Sigamos.
Ahora sí, se venía la huida de Carocossis, ayudada por uno de los caballerizos. La presidenta que no fue pidió irse con su dragón, pero el tipo le dijo con bastante tino que sería difícil escapar por las callecitas de la ciudad con una enorme bestia de varias toneladas de peso, que además por entonces estaría muy cuidada en las jaulas dragónicas. Así que ambos salieron de canuto. Pará que pongo pausa porque me distraigo, necesito música instrumental. Play a la banda de sonido de The Sandman, que o la cancelan o la renuevan, pero me tienen los huevos al plato con eso de que ni una cosa ni la otra. Nada, se escaparon, no sé. ¡Ah! Cuando se escapaban se toparon con los guardias del castillo, que arreaban (literalmente) a los ciudadanos hasta el enorme edificio donde se realizaría la coronación de Cuscarien el Segundo de su Nombre. En aquella familia sobraban los onanistas.
Y llegamos a la ceremonia, que transcurrió con bastante normalidad. Ser Mano jodió una vez más con las últimas palabras de Viseris el Balbuceante, un sacerdote ungió al flamante monarca y Ser Tristón, nuevo jefe de la guardia real, pronunció las siguientes palabras: "Vengan a ver al nuevo rey. No hay otro igual, al parecer, mejor que él. Siempre soñó con ser leal. Nunca restó su dignidad. Vida dura por la que pasa él. No disimula, los golpes dejan marcas".
Todo estaba dispuesto para un fin de episodio desbalanceadísimo, con Heredarien y Diabólicon solitos como galos entre campamentos romanos, pero sin una poción mágica que les dé la ventaja. El monarca levantaba la espada, el público hacía chilenas de la emoción, la familia Berrantes aplaudía con las melenas rubias... El típico final de mierda de George R.R. como cuando despachó a Eduardo Estarco allá por 2011. ¡Pero no! En ese preciso instante... PICOSSE (me pasan por la cucaracha).
Quedaba la explosión verde, el golpe de equilibrio, encarnado en esta oportunidad por Carocossis, quien montada sobre su dragón de color del Palacio Municipal se cargó a la mitad de los pobres que estaban asistiendo a la ceremonia y dejó cagados de miedo (pero vivos) a los ricos. Porque la política es eso, niños. No dejen que ninguna Casa les haga creer otra cosa. Un alarido, una volada y hasta la semana que viene. No sin antes recordarles que existe la opción de donar y que los costos de la transacción los asume quien recibe el dinero. Sí, hacen un poco más millonarios a los dueños de PayPal, pero que eso no los inhiba. Chau, me voy a pensar el Photoshop. ¡Ya lo tengo!
3 comentarios:
Mi primera lectura del día.
"Terminó perdiendo al ahorcado. Él hacía de dibujo".
Te quiero mucho
Y yo a ti 🥰
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