Sí, hoy

A modo de inocentada, por ser 28 de diciembre, voy a subir un post original, sin fotos ni videos de YouTube. Todo lo contrario a lo que caracteriza este blog.

La ducha venía estancándose desde hace más de un mes. Cada bañito que me daba, lo terminaba apoyado sobre los talones, para que aquella agua inmunda no se colara entre mis uñas deformes, provocándome una infección de la masita.

Tal esfuerzo no hubiera existido, si mi viejo hubiera cumplido con la Patria Potestad, la primera vez que le pedí que limpiara el desagüe. Los deberes del progenitor deberían extenderse por lo menos hasta los 29 años del hijo, como la Tarjeta Joven.

"Hacelo vos", me dijo el sorete. A mí, que me agarro del pasamanos del ómnibus solamente por instinto de supervivencia. A mí, que vengo mirando "Monk" desde hace meses, y siempre se me pega algo de los programas que miro (de hecho ando con bastón por mirar "House". En serio, tengo un bastón en mi cuarto).

Lo dejé pasar, creyendo que en algún momento se le caería la cara de vergüenza. Pero no, el muy podrido seguía mirando TN mientras yo chapoteaba entre la mugre y me veía imposibilitado de mear mientras me duchaba (es MI ducha y son MIS reglas).

Un día, hace tiempo, decidí (o me di cuenta) que tendría que hacerlo yo. Pero como me baño de mañana, nunca tenía tiempo y de tarde no me acordaba. Para eso están los recordatorios del celular. Aguante el Sony T290 (sé lo que están pensando: "el T290 no tiene calendario con recordatorios". Minga. El de CTI tiene, porque es T290a, mientras que los otros son T290i).

En fin, armado con un destornilladorcito y dos bolsas de nilón, abrí aquella caja de Pandora. Aunque se parecía más al agujero en donde Pandora se echaba los garques.

Qué asco, Dios mío. Desde el estreno de la obra de monólogos (que recién menciono cuando bajó de cartel, vayan llevando) que no estaba tan cerca de vomitar. Rocié desodorante en mi remera para que un olor tapara otro, pero fue en vano.

Dicho sea de paso: el desodorante este del chocolate, tiene olor a chocolate. Yo lo compré porque el antitranspirante me funciona y ya que estaba probaba una fragancia nueva. Tiene olor a chocolate el hijo de puta. Ta bueno.

Mientras por dentro insultaba a mi padre (y por fuera también, para que me escuchara desde el living), sacaba aquellos fétidos mazacotes de jabón podrido y pelos. Y yo no pierdo cabellos cuando me baño, así que saquen cuentas de dónde venían esos podridos.

Sentía que era el único habitante del planeta con su propia grasera en la ducha. No soy tan sucio como para merecerlo.

Bajé con mi trofeo en una bolsa para mostrárselo a mi padre, como el leoncito chico que le muestra al león viejo cómo cazó una gacela. Y después lo mata. Pero claro, el señorito no podía dejarme en paz con mis traumas y mi ducha y lo sucio que me sentía.

"Limpiá también el caño que sale para el costado". El sorete tenía razón. Debía hacerlo, para no tener que repetir el procedimiento en breve. Así que tomé otro par de bolsas y volví a sumergirme en el maravilloso mundo de Cousteau (o por lo menos de su cadáver putrefacto).

Entonces saqué lo más parecido a una corbata tejida con álcali y vello púbico, y otra vez tuve que contener el chivo. Volví a mostrar el trofeo a mi viejo, me lavé las manos (cuatro veces seguidas) y disfruté haber terminado esa tarea.

No me sentía tan bien desde que terminó mi fibroscopía, donde un hijo de puta me metió una manguera por la garganta, a la que creo olvidó desenroscarle el regador de la punta.

En fin, quería compartir esto con ustedes. Y avisarles del miércoles que viene. Porque una cosa es que no hable de la obra, que tuvo su difusión. Pero el miércoles sale LA REVISTA de Los Informantes con La Diaria, y si no les aviso dudo que se enteren. Digo, los que no están suscripíticos.

Nos vemos ahí.