Todo al 9

1) Maldita sea la costumbre de regalarme plantas artificiales para mi cumpleaños. Mi cuarto ahora parece la selva amazónica artificial. No puedo levantarme de la cama sin pisar las hojas plásticas que el esqueleto de caballo artificial pierde cada otoño. La enredadera artificial ya llegó hasta el techo de mi cuarto, y eso que es alto. Para peor, mi madre me obliga a regar todas las plantas los fines de semana. Y el agua artificial sale carísima, y sólo la venden en la calle Colón. El año pasado me obsequiaron una planta carnívora artificial, y a los dos días se había comido todos los animalitos de plástico que coleccionaba cuando era chico.

2) Entre el sábado a las 23:00 y el domingo a las 23:00 no ingerí absolutamente nada. Cero alimento, cero líquido. Es que amanecí el domingo con un fuerte dolor abdominal y una descompostura infernal. El cachito más grande era del tamaño del punto al final de esta oración. Mi familia me abandonó durante todo el día (no es joda, me levanté a las 15:00 y se estaban yendo, y volvieron pasada la medianoche) así que soporté esos dolores intestinos (nunca mejor dicho) durmiendo en colchones y sillones varios, sufriendo en silencio, y entrando cada dos por tres en interné a ver qué pintaba. Entre al blog y no había ningún post nuevo. Qué vago que está este tipo. Al final del día cené arrocito con aceite y queso rallado, que es lo único que llevo ingerido este lunes a la hora de escribir estas líneas.

3) Mierda, ya es la hora. Escucho los pasos de los guardias viniendo hacia mi celda. No puedo creer que la sentencia haya salido en tan poco tiempo. Mierda, en este momento daría lo que fuera por seguir veinte años más en esta celda. Tengo todo lo que necesito: una cama, un inodoro, lápiz y papel. ¿Y si les juro que me voy a portar bien? Mierda, me vienen a buscar. Tengo miedo, mucho miedo. Trataré de no llorar, para no recibir sus burlas. Fue bueno mientras duró, digo dando un último vistazo a la celda. Pero los guardias me agarran de los brazos y no puedo resistirme, son mucho más grandes que yo. Me llevan hasta una pequeña salita y me sientan en una gran silla de madera. Me piden que me tranquilice. Se van de la salita. Al rato vuelven con unos papeles que me hacen firmar, y me devuelven mis pertenencias. Me dicen que soy libre, que me puedo ir. Pero yo no quiero, tengo miedo, quiero quedarme ahí. No me dejan. Mierda.

4) Viviendo varios centenares de metros bajo tierra, el simple hecho de tomarse una ducha puede volverse peligroso si uno no está familiarizado con el entorno. A estas profundidades, la temperatura normal del agua va de caliente a muy caliente. Por eso todas las casas de la ciudad cuentan con mecanismos de refrigeración, que enfrían el agua casi hasta el límite de la congelación, para que al producirse la mezcla al resultado esté a la altura de la tolerancia humana. Si uno tarda mucho en bañarse, el agua fría empieza a acabarse y uno corre el riesgo de sufrir quemaduras de segundo grado. Por lo general uno se baña abriendo toda la fría y regulando la caliente, pero en invierno uno abre toda la caliente (que está menos caliente que el resto del año) y alcanza con abrir la mitad de la fría.

5) Si alguien sabe cómo hacer en el Word 2003 para que abajo aparezca cuántas páginas tiene el documento en el que estoy trabajando, les agradezco, me está volviendo loco esta g@rch@.

6) Habrían detenido al culpable del tsunami. Según las leyes de Sri Lanka, primer país que solicitó su extradición, un perro salvaje deberá arrancarle los testículos 210.000 veces. Después de cada castración, un equipo de cirujanos le reimplantará los genitales, para luego devolverlo a la zona del perro salvaje. En el mejor de los casos, cada procedimiento llevaría unas dos horas, con lo cual la ejecución terminaría dentro de 50 años, más o menos.

7) Voy a abrir un SíBerch-Café. Las computadoras estarán dentro de cabinas telefónicas londinenses. Y quienes contesten correctamente las preguntas formuladas por el encargado, ganarán minutos gratis para llamadas internacionales y cajas de Punta Ballena Top.

8) En estos días van a estar las nominaciones para los Oscar. Como lo vengo haciendo hace cuatro años, organizo un concurso en donde quien acierte más categorías se lleva un premio cortesía de Ignacio Alcuri Producciones. Estén atentos durante la semana, ya que seguramente el próximo post explique claramente la forma de participar, que desde ya les digo, es absolutamente gratis. Eso sí, previendo una cantidad importante de jugadores, este año se elimina la política de puertas abiertas (anteriormente quienes participaban podían arrimarse a casa a ver la ceremonia), pero al mismo tiempo se eliminan las ventajas por presencia, así que todos tienen las mismas posibilidades de ganar.

9) No le veo lo malo a eso de los inmigrantes chinos. Los tipos estaban mucho peor allá. Yo no los trato tan mal, y comen una vez por día como mínimo. Podrán decirme que el cuarto en el que duermen los treinta es bastante chicuelo, pero esos chinokas llegaron adentro de un contéiner, así que no se pueden quejar. Tengo un chino que aspira la moquette, un chino que repone el papel higiénico, un chino que me defragmenta el disco duro, un chino que me cuenta cuentos antes de dormirme, un chino que me prepara los refuerzos todas las mañanas, un chino que me elimina el correo no deseado, un chino que hace títeres y me hace reir, un chino que se deja perder a la conga, un chino que toquetea la sintonía fina de la tele para poder ver los canales porno, un chino que termina los crucigramas que dejo por la mitad, un chino que se pone la mano en la axila y hace ruidito de pedos, un chino que tira pétalos por donde yo camino, un chino que me guarda los recortes de los diarios cada vez que me mencionan, un chino que me recarga los cartuchos de la impresora, un chino que se ríe de mis chistes, un chino que prepara ajo y perejil, un chino que le abre la puerta al perro cuando pide para ir a mear, un chino que abre el mouse y lo limpia, un chino que me avisa cuando está por empezar Viva la Vida, un chino que me compra los Cinco de Oro sorpresa, un chino que carga minas en los bares usando una careta mía, un chino que no hace nada porque es parapléjico pero lo uso como perchero, un chino que hace de campana por si vienen a casa buscando chinos, un chino que arranca las hojas del almanaque cuando van terminando los meses, un chino que me presta plata con el interés más bajo, un chino que me sale de garantía para poder pedir esa plata prestada, un chino personal trainer, un chino que cada tanto le pasa el cd limpiador al equipo de audio, un chino que me consigue cambio para el bondi y un chino al que le dicto los textos que pongo en el blog. No sé qué haría sin ellos.

Nacho
"El Hugh Hefner aragonés"